miércoles, 15 de octubre de 2014
jueves, 24 de julio de 2014
lunes, 16 de junio de 2014
lunes, 14 de abril de 2014
Extracción segura
Comenzaron por verlo en la playa, detrás de las palmeras, entre la maleza. Luego escondiéndose tras las estatuas ecuestres de la ciudad.
El colmo fue cuando lo vieron jugando en los columpios del parque.
En el periódico aparecieron las primeras fotografías (borrosas, como siempre): ¡Pie grande aterroriza la ciudad!
Los doctores más renombrados lo estudiaron. –Está perdiendo la memoria. Está desubicado. Tiene pájaros en la azotea -concluyeron.
Pero nada que la ciencia moderna no pueda remediar.
Un epigrama de lealtad
Llevaba el pelo algo largo y una barba rojiza de pocos días, era corpulento y tenía una gran nariz que parecía partida. Sus ropas eran astrosas y de color indefinido, como las de cualquier pordiosero, y en la mano derecha sostenía una botella de cerveza ya mediada.
-Javier Marías.
miércoles, 5 de marzo de 2014
jueves, 27 de febrero de 2014
lunes, 24 de febrero de 2014
viernes, 21 de febrero de 2014
Un día, Fabián, mi abuelo paterno, un hombre sencillo de campo, limpiaba su escopeta después de cazar en el monte. El seguro falló. Se voló la cabeza de un tiro.
Nicolás, el hermano mayor de mi mamá, trabajaba en un horno donde cocían ladrillos y alfarería. Un mal día, después de poner a cocer unas piezas, resbaló y cayó dentro del horno.
Juan, su hermano menor, recibió una descarga eléctrica letal mientras hacía una reparación doméstica.
Si quedaba alguna duda respecto a mis más profundos miedos, aquí está la respuesta. Cuando camino por la calle y veo un policía armado fuera de un banco, intento pasar lo más lejos de él. En casa no hago ninguna reparación que tenga que ver con electricidad; si el cable está dañado, reparado con cinta aislante, enchufo el aparato a la corriente con todo el miedo del mundo. Ni hablar del tema del fuego. En casa de mis papás si el calentador se apagaba, jamás era yo el que lo encendía, preferí incluso bañarme con agua fría y no fue sino hasta que viví solo que tuve que hacerlo, y con todas las reservas posibles.
Hace unos días mi papá comenzó a perder la memoria. No tiene remedio, son cosas que pasan y lejos de mejorar, empeorará.
Ahora, ni la electricidad y el fuego y las armas juntas me producen tanto miedo como lo posibilidad latente de perder la memoria y olvidar.
Nicolás, el hermano mayor de mi mamá, trabajaba en un horno donde cocían ladrillos y alfarería. Un mal día, después de poner a cocer unas piezas, resbaló y cayó dentro del horno.
Juan, su hermano menor, recibió una descarga eléctrica letal mientras hacía una reparación doméstica.
Si quedaba alguna duda respecto a mis más profundos miedos, aquí está la respuesta. Cuando camino por la calle y veo un policía armado fuera de un banco, intento pasar lo más lejos de él. En casa no hago ninguna reparación que tenga que ver con electricidad; si el cable está dañado, reparado con cinta aislante, enchufo el aparato a la corriente con todo el miedo del mundo. Ni hablar del tema del fuego. En casa de mis papás si el calentador se apagaba, jamás era yo el que lo encendía, preferí incluso bañarme con agua fría y no fue sino hasta que viví solo que tuve que hacerlo, y con todas las reservas posibles.
Hace unos días mi papá comenzó a perder la memoria. No tiene remedio, son cosas que pasan y lejos de mejorar, empeorará.
Ahora, ni la electricidad y el fuego y las armas juntas me producen tanto miedo como lo posibilidad latente de perder la memoria y olvidar.
martes, 11 de febrero de 2014
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