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lunes, 14 de abril de 2014

Extracción segura



















 Comenzaron por verlo en la playa, detrás de las palmeras, entre la maleza. Luego escondiéndose tras las estatuas ecuestres de la ciudad.
El colmo fue cuando lo vieron jugando en los columpios del parque.
En el periódico aparecieron las primeras fotografías (borrosas, como siempre): ¡Pie grande aterroriza la ciudad!
Los doctores más renombrados lo estudiaron. –Está perdiendo la memoria. Está desubicado. Tiene pájaros en la azotea -concluyeron.
Pero nada que la ciencia moderna no pueda remediar.

Un epigrama de lealtad

 
Llevaba el pelo algo largo y una barba rojiza de pocos días, era corpulento y tenía una gran nariz que parecía partida. Sus ropas eran astrosas y de color indefinido, como las de cualquier pordiosero, y en la mano derecha sostenía una botella de cerveza ya mediada.
-Javier Marías.